Hay un dicho que dice, “Dios aprieta pero no ahoga”. Yo muchísimas veces he sentido que me ahogaba, que no llegaba, que era demasiado, que ya no tenía fuerzas...

He tenido y tengo la gran suerte de trabajar como educadora social, rodeada de profesionales de la psicología, la educación social, o la enseñanza que me han permitido tener una visión privilegiada, sobre la educación y las dificultades emocionales de las personas.

Este libro surge desde la emoción, desde la rabia contenida, de la desesperación… En un principio necesitaba que todo el mundo supiera por qué mi hijo presentaba una personalidad tan insegura, por qué tenía tantos miedos, por qué le costaba tanto aprender… 

A medida que empecé a sacar todo lo que guardaba, descubrí mucho sobre mí, sobre mi hijo y me di cuenta de que había aspectos, pautas, cuestiones que quizás otras familias podrían aprovechar. 

Siempre he cuestionado y buscado el porqué de las cosas, el porqué de las dificultades… he aprendido y sentido que todo es así por algo, y lo más importante: para algo. Aún me falta por entender ese “para algo”, en este caso, pero sí que siento que la vida no me ha colocado por casualidad en mi función de educadora y madre educadora, siento que mi rol laboral y mi rol familiar están entrelazados y ojalá que, de este lazo, sea capaz de trazar un camino para que otras personas avancen sobre el mismo.